Seguramente, habremos escuchado o leído algunas vez, la famosa frase: “Conócete a ti mismo”; pero su significado va mucho más allá de un simple consejo ¡Vamos a revisar por qué!
Por si no lo sabías, se trata de uno de los aforismos filosóficos más antiguos de la Grecia Clásica. Dichas palabras estaban inscritas en la parte delantera (el pronaos) del templo de Apolo, en Delfos.
Distintos pensadores se dedicaron a interpretarla, y todos por igual afirmaron que se trataba de un mensaje de los dioses para todos los viajeros que visitaran el Oráculo de Delfos.
¿Qué era el Oráculo de Delfos?
Delfos, era el oráculo del dios Apolo; es decir, un lugar sagrado al cual se podía ir a consultar con éste y otros dioses las grandes interrogantes de la ciudad.
Era un sitio sumamente importante para los griegos, quienes además lo consideraban el centro de la tierra. Por consiguiente, allí fue construido el Templo de Apolo, al cual cientos de personas acudían en una especie de red de peregrinaje.
Como era usual, las distintas ciudades de Grecia enviaban delegaciones sagradas, para preguntarle al oráculo los asuntos referentes a la polis, o a lo público. Y así también, con éstos viajaban algunos particulares, cuyas preguntas, por supuesto, eran más personales.
Ahora bien, el Oráculo no ofrecía predicciones sobre el futuro, ni sobre cómo debían actuar; pero en él sí era posible hallar una especie de juez divino que sirviera de guía en cuanto a las decisiones políticas.
De manera que, en situaciones de rigor, los griegos iban al sitio a consultar la viabilidad de algunas medidas tomadas dentro de la ciudad: leyes, creación de ciudades nuevas, y otras similares.
“Conócete a ti mismo”, un mensaje de los dioses
Contaba Plinio que al cruzar el umbral del templo, era inevitable ver las palabras inscritas en oro que decían, expresamente: “Conócete a ti mismo”.
Por si fuera poco, al entrar a las instalaciones del templo, específicamente, en la sala donde se encuentra la sibila, la mujer entrenada desde muy pequeña para revelar el mensaje de los dioses, se puede leer lo siguiente:
«Te advierto, quien quiera que fueses, Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la Naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo, aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera.
Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias?
En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros.
Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses»
Para los griegos, aquellas palabras no eran una simple recomendación, ni estaban allí por casualidad; eran un poderoso mensaje de los dioses, un llamado de atención a la reflexión, al hecho de mirar hacia dentro para adquirir la verdadera sabiduría.
A fin de cuentas, sólo los sabios, aquellos hombres capaces de comprender a profundidad tanto lo interno como lo externo, harían un mejor uso de las revelaciones del oráculo.
El principio socrático, la virtud está en el conocimiento [de sí mismo]
Varios filósofos griegos interpretaron el aforismo “conócete a ti mismo”; sin embargo, adquirió relevancia, realmente, cuando Platón, en sus diálogos socráticos, dejó ver que éste representaba el principio fundamental de la filosofía de su maestro.
La virtud, areté en griego, tiene para Sócrates una connotación moral: es aquello que le permite a los hombres ser excelentes, ser lo mejor que pueden ser.
Y, puesto que la capacidad de razonar es lo que define a los seres humanos, determinó que la virtud sólo puede hallarse en el ejercicio del pensamiento.
En consecuencia, el mejor ser humano, el hombre excelente, es aquel que se inclina hacia la reflexión, hacia la búsqueda de conocimiento. Pero, éste último, debe empezar a buscarse dentro de sí; el hombre sabio es aquel que busca conocerse a sí mismo.
Según el pensamiento socrático, ningún hombre puede conocer con claridad las cosas del mundo, si antes no conoce sus adentros. De la misma manera, tampoco puede actuar correctamente, si no sabe distinguir entre el bien y el mal; y esto último sólo puede conseguirlo a partir del autoconocimiento.
La importancia del autoconocimiento para el ser humano
A propósito de la frase “conócete a ti mismo”, y de todo lo que hasta ahora hemos visto, preguntémonos qué es el autoconocimiento.
Se trata de la capacidad que desarrolla el ser humano de autoexplorarse a modo de comprenderse; es decir, es el proceso que sirve a una persona para determinar por sí misma de qué está hecha: sus virtudes, defectos, emociones, y demás características.
En el sentido griego, el autoconocimiento se basa en un pensamiento filosófico vital que intenta dar respuesta a las siguientes interrogantes: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? Y ¿a dónde voy? Estas preguntas determinan el curso de la vida.
Sócrates, particularmente, consideraba que el hombre incapaz de revisarse a sí mismo, jamás podrá encaminarse correctamente en la vida; pues no podrá orientarse ni a sí mismo, ni a sus acciones.
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