El imperio romano, un imperio que permaneció vivo más de un milenio, que acogió muchas de las ideas griegas y la misma obra y deseo de Alejandro Magno, dominar desde Occidente hasta Oriente.
Sus orígenes se remontan a una leyenda entre dos hermanos, Rómulo y Remo, quienes se disputarán una apuesta por ver quién y dónde se colocaría la primera piedra.
Rómulo gana y da muerte a su hermano por sublevación, y así nombra a la ciudad en honor a su difunto hermano.
Inmediatamente Roma empezó a acoger ciudadanos de todas partes del mundo, y poco a poco se fue adueñando de las colinas italianas hasta poseer todo el dominio de éstas.
Conquistaron Cartago – pieza fundamental del imperio – y aprovechando el declive de los imperios sucesores de Magno, empiezan a expandirse hacia Egipto, Grecia y Medio Oriente.
Los romanos instauraron una cultura bajo la influencia griega, logrando avances considerables en áreas como: Derecho, arquitectura, política, filosofía y más.
Cuáles fueron sus orígenes como imperio, sus principales aportes, su expansión total y cómo fue el declive que le llevó a sucumbir serán preguntas que responderemos a continuación.
El Imperio Romano: Inicio y Conquistas
Roma inició siendo una monarquía, pero debido a los abusos de los reyes se convertiría en una república con un senado, el icónico SPQR (Senatus Populusque Romanus/ El Senado y el Pueblo Romano).
Posteriormente, el imperio se había extendido tanto y había alcanzado dimensiones tan inmensas que la necesidad de dar respuestas y órdenes rápidas hicieron que diera comienzo en Roma la era imperial, con Julio César como principal protagonista.
Aunque éste sería asesinado rápidamente por miembros conservadores del senado y su sobrino Octavio Augusto tomaría el poder.
Así el Imperio Romano se encargaría de conquistar casi todo el mundo conocido en Occidente y Medio Oriente. Éste dominaba desde Hispania (Actual España), hasta Britania en el norte (actual Inglaterra), el valle del Nilo en el sur y Mesopotamia en el Este.
El imperio vivió sus años dorados bajo la dinastía Antonina, en la que destacan mandatarios como Trajano y Marco Aurelio.
Sin embargo, tras la sucesión de este último a su hijo Cómodo, el imperio caería en una era de constantes querellas internas.
Cómodo fue asesinado por su guardia pretoriana, dando paso a Septimio Severo, quien asumió el mando de emperador ante el vacío de poder, mandato poco eficaz que no logró más que agravar los problemas de Roma.
Este período de crisis política y social provocó la revuelta de varios movimientos “Bárbaros” – pueblos extranjeros – en los dominios externos de Roma.
Cuyos fueron poco efectivos pero sembrarán la semilla de la futura liberación de los dominios romanos.
Decadencia del Imperio: Caídas de Roma y Constantinopla
Tras el ascenso de Diocleciano al poder el conflicto cesa. Éste propone dividir el imperio geográficamente en cuatro partes, creando así la Tetrarquía o Gobierno de 4.
Dicha medida figura de buena manera mientras éste gobierna, pues cuando abdicó se generarían grandes problemáticas.
Aun así, el imperio seguía siendo demasiado vasto como para un solo gobernante.
Por ello, Constantino el Grande lograría expandir y renovar la ciudad de Bizancio, a la cual llamó Constantinopla (actual Estambul), y que sería a su vez la capital del próximo imperio romano de oriente.
Durante el reinado de Constantino también ocurrió un evento que marcó la influencia religiosa actual.
Y es que, éste se declaró como el primer cristiano, entretanto Teodosio I proclamará más adelante la religión católica como la oficial del imperio.
Gracias a esto el catolicismo se convertirá en la religión más seguida de todas.
La División del Imperio
El declive romano seguía avanzando, y para frenarlo un poco se dividió al imperio por fin en dos partes.
El de Occidente con su capital en Roma y el de Oriente con su capital en Constantinopla.
Quienes gobernarían serían los hijos de Teodosio: Arcadio en el Este y Honorio en el Oeste.
No obstante, el imperio occidental sería el más frágil, siendo atacado constantemente por rebeliones bárbaras, lo que aunado a una pésima gestión de tierras derivó en su inevitable caída en el 476 d.C.
La Caída de Roma
La legendaria ciudad de Roma había caído, pero el imperio perdurará casi un milenio más, con Constantinopla como su capital general y bajo el nombre de Imperio Bizantino.
No fue imperio de increíbles conquistas, pero mantuvo su dominio sobre Grecia, Mesopotamia, Macedonia y Egipto, territorios estratégicos importantes que le hicieron mantenerse durante casi mil años hasta su caída en el año 1453 d.C. contra los turcos otomanos de Mohamed II.
Según expertos, fue la conquista otomana del Bósforo lo que provocó el descubrimiento del nuevo mundo por parte de los españoles, al tener que buscar nuevas vías para el comercio marítimo con Asia.
Influencia y Principales Aportes Romanos
A pesar de las innumerables campañas militares de conquista y los problemas externos con los bárbaros, Roma gozó de una paz considerable que le permitió dejar un legado cultural imborrable, que adoptaron los mismos pueblos que le propiciaron su fin, a excepción de los otomanos.
La famosa ‘Pax Romana’ permitió a esta sociedad desarrollar una arquitectura e ingeniería que aún podemos observar hoy día con asombro.
Los romanos construían donde conquistaban, y además, edificaron obras como el Coliseo y diversos anfiteatros, circos, termas, acueductos, calzadas, templos y basílicas.
En estas últimas era donde se hacía justicia, una virtud que Roma sembró en el mundo occidental con su Derecho Romano.
En fin, a pesar de sus defectos como imperio, es innegable la influencia que tuvo la sociedad romana en la idiosincrasia de Occidente.
De hecho, la Edad Media comienza cuando cae Roma y termina con la caída de Constantinopla, por lo que divide la historia tal y como la conocemos. Algo que solo lograron eventos como la creación de la escritura cuneiforme y la Revolución Francesa más adelante.
Roma se encuentra en nuestro ADN, enraizada en nuestras principales costumbres y forma de pensar, para bien o para mal, es imposible imaginar el destino de Occidente sin la influencia del imperio más poderoso de todos los tiempos.
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