Blancanieves es uno de los cuentos de princesas favoritos de muchas generaciones. Disfruta del cuento de Blancanieves en este artículo.
Blancanieves
Había una vez una hermosa princesa que había nacido con la piel blanca como la nieve, cabello negro como el ébano y labios rojos como rubíes, según el deseo de su madre. Su nombre era Blancanieves.
Por desgracia su madre murió cuando ella era muy pequeña y su padre, el rey, se volvió a casar. Pero la nueva reina era muy vanidosa y cruel. No soportaba que ninguna mujer le ganara en belleza.
La malvada reina tenía un espejo mágico donde pasaba horas mirándose y le preguntaba:
-Espejito, espejito. Dime quién es la dama más hermosa de este reino.
Y el espejo le respondía:
-Tú y más nadie, eres la más hermosa del reino.
Pasaron los años y Blancanieves creció y se volvió tan hermosa que ya superaba a la reina. Un día, cuando esta consultó al espejo, este le respondió:
-Ya existe otra más bella y su nombre es Blancanieves.
La reina se puso pálida de ira. No podía creer que hubiera una mujer más hermosa que ella. Entonces decidió deshacerse de Blancanieves, así que llamó al cazador real y le ordenó:
-Llévate al bosque a Blancanieves y mátala. También quiero su corazón como prueba.
El cazador obedeció y se llevó a la princesa haciéndole creer que la llevaba de paseo. Ella iba muy feliz recogiendo flores y cantando, sin imaginarse lo que se tramaba en su contra.
De pronto vio al cazador apuntando su cuchillo hacia ella. Sin embargo no pudo cumplir la orden de la reina. En cambio le dijo que se escondiera en lo más profundo del bosque para que su madrastra no la encontrara nunca.
Blancanieves y los 7 Enanitos
Blancanieves huyó y el cazador le llevó a la reina el corazón de un cervatillo. Esta lo recompensó muy bien. Mientras, la pobre Blancanieves estuvo todo el día corriendo por el bosque, hasta que llegó a un claro donde había una pequeña casita.
A Blancanieves le pareció muy curiosa la casita. Se acercó y tocó la puerta, pero nadie abrió. Como la puerta estaba abierta, entró y vio que todo lo que había en la casita era minúsculo y en cantidad para siete personas: siete sillitas, siete platos, siete vasos, siete cucharas.
Blancanieves tenía tanta hambre y sed que comió un poco de cada cosa, para no acabar todo lo de uno, y bebió un poco de cada vaso. Luego encontró siete camas cubiertas con blancas sábanas, las probó y se acostó en la séptima, que era donde estaba más cómoda.
Al caer la noche, aparecieron los dueños de la casita que eran nada menos que siete enanitos que trabajaban en la mina buscando oro y diamantes. Cuando vieron su casa desordenada enseguida intuyeron que alguien había estado allí.
Revisaron toda la casa hasta que encontraron a Blancanieves durmiendo en la camita. La vieron tan linda que no quisieron despertarla y el séptimo enano durmió en un mueble.
A la mañana siguiente Blancanieves despertó y se asustó al verse rodeada de los enanos. Sin embargo ellos fueron amables y Blancanieves pudo contarles su historia. Entonces los enanitos le dijeron:
-Si te quedas con nosotros, nada te faltará y estarás segura.
Blancanieves aceptó y se quedó a vivir con los enanitos. Ella los ayudaba con las tareas domésticas mientras ellos salían a trabajar. Antes de irse los enanitos le advertían:
-Cuidado con abrir la puerta a alguien. Tu madrastra te puede estar buscando.
La Manzana Envenenada
Entretanto, la madrastra ya sabía por el espejo mágico que Blancanieves vivía en la casa de los siete enanitos y decidió acabar ella misma con su rival. Así que preparó un letal veneno, lo inyectó en una manzana, se disfrazó de campesina y se fue a la casita.
Cuando llegó a la casita tocó la puerta y Blancanieves se asomó a la ventana. La campesina le dijo:
-Querida niña, estoy vendiendo estas manzanas, pero hoy no he podido vender ninguna. Te regalo una para deshacerme un poco de ellas.
Blancanieves aceptó la manzana y nada más darle un mordisco, cayó al suelo como muerta. La malvada reina se fue a casa feliz de volver a ser la más bella.
El dolor de los enanitos fue enorme pues nada pudieron hacer para despertar a su querida Blancanieves. Como estaba muy hermosa para enterrarla, le construyeron un ataúd de cristal, la colocaron allí y la pusieron sobre una colina donde siempre la velaban.
Un día llegó cabalgando un príncipe y vio el ataúd con Blancanieves dentro y se enamoró tanto de ella que les rogó a los enanitos que lo dejaran llevarse a Blancanieves a su palacio. Los enanitos al principio se negaron, pero luego accedieron.
Y sucedió que cuando los sirvientes del príncipe movieron el ataúd para subirlo al carruaje, el trozo de manzana atorado en la garganta de Blancanieves se zafó y ella se despertó, para la alegría del príncipe y los enanitos.
Felices por Siempre
El príncipe le pidió a Blancanieves que se casara con él y ella aceptó encantada pues también se había enamorado del príncipe. Se casaron en el palacio del príncipe y vivieron muy felices.
La malvada reina se puso cada vez más fea y tuvo que vivir con eso por el resto de su vida.
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