¡Acompáñame a explorar mis 3 Cuentos de Navidad favoritos! Son los más lindos y populares cuentos navideños, seguro te gustarán a ti también ¡Vamos a leer juntos!
1. Rodolfo el Reno
Había una vez, un tierno reno llamado Rodolfo, que tenía una gran nariz roja y brillante. Su nariz era hermosa, pero los demás la tomaban como motivo de burla.
Los demás renos se burlaban de Rodolfo el reno.
- ¡Pareces un payaso con esa narizota! – Le decían los otros renos. – ¡Tienes un tomate en vez de la nariz!
Todos se reían de esos comentarios, a excepción de nuestro buen amigo, Rodolfo, quien se sentía muy avergonzado y triste. Nunca podía estar con los demás renos, pues se burlaban.
Cada vez se sentía peor por esos comentarios y por las burlas, así que se alejaba mucho de los demás. Siempre estaba apartado de los otros renos, se sentía muy solito.
Rodolfo estaba tan triste y solo, que su familia comenzó a preocuparse por las burlas de los otros renos, y lo ayudaron a mudarse del pueblo, lejos de las burlas.
Rodolfo se Marcha
Armado con una brújula y la comida que su mamá le había preparado, Rodolfo echó a caminar. Estuvo caminando por días y noches.
El clima era helado y Rodolfo el Reno seguía su camino, aunque la Navidad se acercaba cada vez más, y él iba a pasar las fiestas solito.
Mientras tanto, la noche antes de Navidad, Papá Noel preparaba todo para partir.
- Renos listos, 8 contaditos y en fila. – Iba diciendo para pasar lista. – Los regalos ya están envueltos y guardados, solo falta entregarlos ¡Será una larga noche de trabajo!
Papá Noel tenía todo en orden, nada podía fallar, pero algo inesperado lo comenzó a retrasar. Una espesa neblina cubría todo el lugar y no podían ver el camino.
- ¿Y ahora cómo saldré a repartir los regalos? ¡La Navidad está arruinada! – Sollozaba tristemente Papá Noel.
En medio de todo aquel aquelarre y terror, a lo lejos pudo ver una lucecita roja que los deslumbró. No sabía qué era, pero decidió seguirla para averiguarlo.
- ¡Sigan esa luz roja! – Ordenó a los renos, mientras se montaba en su trineo.
Rodolfo Salva la Navidad
Al acercarse, descubrieron una sorpresa ¡Era Rodolfo! Su brillante nariz iluminaba todo a su alrededor.
- ¡Rodolfo! Te quiero al frente de todos ¡Tú nos guiarás esta noche, muchacho! – Le dijo Papá Noel.
Él estaba sorprendido pero a la vez muy emocionado, así que no lo dudó un instante y acató las órdenes de Santa Claus, quien reía contento, ¡La Navidad había salvado!
- ¡Jo, jo, jo! ¡Rodolfo el Reno la Navidad salvó! Todo gracias a su roja y brillante nariz
2. El Arbolito de Navidad
Hace muchos años atrás, en una isla chiquitita, existía un pueblito donde vivía una familia muy pobre. La Navidad llegaba, pero no podían comprar nada porque no tenían dinero.
El papá pasaba día y noche pensando formas de ganar dinero, para poder regalarle una bella Navidad a su familia. Quería comprar pavo, adornos navideños y hacer una gran cena.
Hasta que una noche se le ocurrió vender arbolitos de navidad, con ese emprendimiento ganaría dinero.
El Gran Emprendimiento
Al día siguiente, se levantó y fue a la montaña para cortar los pinos más bonitos y poder venderlos. Cortó 5 frondosos pinos y se los llevó al mercado.
Pero sus planes de negocio se venían abajo, nadie compraba ni un solo arbolito, por más lindos que fueran. Dos días antes de Navidad, ya se había dado por vencido.
Decidió que, como no los pudo vender, se los regalaría a las familias pobres de la isla, quienes no podían comprar un arbolito. La gente reaccionaba muy agradecida con eso.
De Vuelta a Casa
Habiendo obsequiado toda su mercancía, volvió a su casa la noche de Navidad, muy triste porque su plan no había funcionado.
- Oh, qué triste Navidad será esta. – Iba diciendo. – Los niños estarán muy decepcionados ¡Quería darles una gran cena!
Pero al llegar a su casa, lo esperaba una grata sorpresa. La mesa estaba servida con un gran pavo horneado, y junto a ella, había un precioso arbolito adornado.
Cuando preguntó de dónde había salido todo esto, su esposa se lo explicó todo.
- Un hombre y su mujer llegaron con un delicioso pavo como obsequio, y un señor y su familia trajeron miles de adornos. Decían que era para darte las gracias.
Aquella Navidad el hombre se emocionó mucho, y supo que sus deseos se habían cumplido gracias a que había hecho un acto de bondad al obsequiar los arbolitos.
3. El Mejor Regalo de Santa
Había una vez un niño llamado Miguel que estaba muy feliz en la mañana de Navidad, pues Santa Claus le había traído los mejores regalos, todos los que él quería.
Pero su amigo, Carlitos, se veía muy triste, no quería jugar con Miguel ni hablar con nadie. Sin embargo, Miguel quería animarlo y le preguntó:
- ¿A ti qué te trajo Santa, Carlitos? ¡Seguro te trajo algo muy genial!
Pero Carlitos no le respondió, solo lo miró muy triste y desanimado, y así supo su respuesta ¡No podía ser posible! ¿Santa se había olvidado de su amigo? ¡Era ilógico!
Intrigado por lo que había pasado, Miguel se propuso que el año que viene encontraría a Santa para preguntarle si es que no tenía suficientes regalos para todos los niños.
Esperando a Santa Claus
Ese año, Miguel esperó escondido y muy callado, y al repicar 12 campanadas, en seguida sintió los pasos de los renos sobre el techo.
Salió apresurado de su escondite, justo a tiempo para ver a Santa saliendo salir de la chimenea y probar las galletas. Y enseguida Miguel le dijo:
- Santa Claus, tenemos que hablar ¡A mi amigo Carlitos lo dejaste sin regalo el año pasado! ¿Es acaso que no te alcanzan los regalos para todos los niños?
El pobre Santa Claus no comprendía lo que pasaba, pero Miguelito siguió hablando.
- Esto no puede ser ¡A mí me trajiste un montón! Y a él ninguno. Mejor este año le cedo mis regalos a Carlitos, así ya no se pone triste.
El Mejor Regalo
Santa lo miró y comenzó a explicarle la situación.
- Querido Miguel, eso que ofreces es muy bonito, pero no es como funciona. ¡Tengo juguetes de sobra en mi bolsa! Es mágica y de ahí sacó todo.
- Pero entonces ¿Por qué Carlitos no recibió nada? – Cuestionó el niño.
- En algunos hogares, es tanta la tristeza que abunda, que los juguetes no serían suficientes para alegrarles. Entonces, yo les dejo mi mejor regalo.
- ¿Y qué regalo es ese?
- Desde mi bolsa mágica, sacó amor y esperanza, y rezo junto a sus camas para que el año próximo el Espíritu Navideño abunde en sus casas. – Respondió Santa Claus.
Entonces Miguel comprendió y decidió que él también quería ayudar a Carlos a ser feliz, por lo que se esforzaría y le obsequiaría su amistad leal y sincera.
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