Disfruta de los mejores cuentos infantiles cortos y aprovecha el tiempo con tus hijos
Los 5 Mejores Cuentos Infantiles Cortos
1. Los Tres Cochinitos
Había una vez tres cochinitos muy trabajadores que estaban construyendo sus casas para vivir separados. Uno de ellos la estaba construyendo de paja, ya que era más fácil y rápido. El segundo la construyó de madera, pues era más barata. El tercero la hizo de ladrillos.
Pero cuando ya los cochinitos estaban dentro de sus casas, apareció el terrible lobo feroz y tocó la puerta de la casa de paja.
-¡Ábreme la puerta o soplaré y soplaré hasta que tu casa se venga abajo! –dijo el lobo, furioso.
El cerdito no quiso abrir, hasta que el lobo se impacientó, llenó de aire sus pulmones y sopló, y sopló, y sopló hasta que la casita quedó totalmente destruida. El pobre cerdito se quedó sin casa por ser tan perezoso.
Luego el lobo fue a la casita de madera y llamó a la puerta:
-¡Abre o soplaré, y soplaré hasta que tu casa se caiga!
El cochinito se negó a abrir y no respondió. El lobo se puso furioso, hinchó sus pulmones y sopló, y sopló, y sopló hasta que la casita se desplomó. Y el pobre cochinito perdió su casita por ser tan tacaño. Él y su hermano se tuvieron que ir a la casa de ladrillos del otro cerdito.
El lobo se dirigió a la casita de ladrillos y llamó a la puerta:
-¡Déjame entrar o soplaré, y soplaré hasta echar tu casa abajo!
El lobo trató de soplar y soplar la casa, pero por más que soplaba, no la podía derrumbar. Entonces decidió entrar por la chimenea para comerse a los cochinitos. El cochinito dueño de la casa de ladrillos puso una olla de agua caliente debajo de la chimenea.
Cuando el lobo bajó por la chimenea, se resbaló y se cayó en la olla de agua caliente. Sintió tanto dolor que salió disparado por la chimenea y nunca más regresó a molestar a los cochinitos.
Cuando no se es previsor y se deja que la pereza y la tacañería decidan por uno, se termina sufriendo las consecuencias de imprevistos causados por estos dos defectos.
2. La Lechera
Érase una joven lechera que debía vender un cántaro de leche en el pueblo. Iba muy contenta, deseosa de hacer una buena venta.
-Si logro vender la leche –dijo-, compraré una gallina; cuando ponga huevos, dejaré que nazcan pollitos, los venderé y compraré otra vaca; la ordeñaré y venderé la leche ¡Con el dinero que gane me compraré vestidos de fiesta nuevos!
Iba tan entusiasmada que se le cayó el cántaro de leche y se rompió en mil pedazos. Se quedó sin la leche, no pudo comprar la gallina, ni tener los huevos ni los pollitos ni comprar la vaca ni tener más leche ni comprarse los vestidos de fiesta.
Esto sucede cuando muchas personas se crean falsas ilusiones sin haber empezado a ganar. Por desear mucho empezando con poco, terminan perdiendo lo poco que tienen y ya no pueden tener ni mucho ni poco.
3. El Patito Feo
Una pata tuvo muchos patitos, todos muy lindos, con sus plumitas amarillas y sus picos anaranjados. Solo había uno de ellos que nació diferente, pues era de un color gris y pico marrón. Su madre y sus hermanitos lo despreciaron.
Los otros patitos no querían jugar ni nadar con él y el pobre patito se sentía muy solo. Su madre no le ponía atención como a sus otras crías.
Un día el pobre patito se cansó de ser despreciado y se fue muy lejos. Llegó a un estanque donde había muchos patitos iguales a él.
Los años pasaron y el patito creció. Un día vio su reflejo en el estanque y se dio cuenta de que se había convertido en un hermoso cisne blanco, más bello que sus hermanos. Ahora podía nadar en el estanque y volar y todos admirarían su majestuosidad.
No debemos juzgar a las personas que no vemos atractivas, pues algún día pueden llegar a convertirse en grandes y bellas personas.
4. Ricitos de Oro
Había una vez una pequeña niña que tenía un hermoso cabello rubio y rizado y por eso todos la llamaban Ricitos de Oro. Un día en que estaba paseando por el bosque, se perdió y no supo encontrar el camino a casa. Ricitos de Oro se puso muy triste.
Después de tanto caminar, encontró una pequeña casita y entró en ella. Había tres sillitas: una grande, una mediana y otra pequeña.
Ricitos de Oro trató de sentarse en la silla grande, pero era muy alta. Luego se sentó en la mediana y era muy ancha. Luego se sentó en la pequeña y la rompió.
Después encontró una mesa con tres platos de sopa: uno grande, uno mediano y otro pequeño. La niña probó la sopa del plato grande, pero estaba muy caliente, probó el mediano y estaba muy frio. Luego probó la sopa del plato pequeño y le gustó tanto que se la tomó toda.
Ricitos de Oro entró a la habitación y vio tres camas: una grande, otra mediana y otra pequeña. La niña quiso acostarse en la grande pero era muy alta, la mediana era muy baja. Entonces probó la pequeña y la sintió tan cómoda que se quedó dormida en ella.
En ese momento llegaron los dueños de la casita, que era una familia de ositos: el padre, la madre y el hijo. El papá oso vio su silla desarreglada y dijo:
-¡Alguien se sentó en mi silla!
-¡Y en la mía! –dijo la mamá osa.
-¡Alguien rompió mi sillita! –dijo el pequeño osito, llorando.
Luego notaron que alguien había probado su comida.
-¡Alguien probó mi sopa! –dijo el papá oso.
-¡Y también la mía! –dijo la mamá osa.
-¡Alguien se tomó mi sopa! –lloró el osito.
Luego entraron a la habitación y vieron sus camas desordenadas.
-¡Alguien se acostó en mi cama! –dijo el papá oso.
-¡Y también se acostaron en la mía! –dijo la mamá osa.
-¡Alguien está durmiendo en mi cama! –gritó el osito.
Ricitos de Oro se despertó con el grito, y al ver a los tres osos se asustó tanto que rompió a llorar. Los ositos, al ver que era solo una niña, le perdonaron haber entrado en su casa sin invitación y se convirtieron en sus amigos.
5. La Bella Durmiente
Un rey y una reina deseaban con toda el alma tener hijos, pero no lo conseguían. Hasta que un día, su deseo se cumplió y tuvieron una hermosa niña. Eligieron como madrinas a cinco hadas para que la bendijeran. Todas le obsequiaron dones valiosos a la niña.
Pero llegó a la fiesta un hada a la que no habían invitado porque la creían muerta. El hada se sintió tan despechada que maldijo a la niña:
-Cuando la princesa cumpla quince años, se pinchará con un huso y morirá.
Los reyes se sintieron acongojados y trataron de anular la maldición, mas no pudieron. Pero la quinta hada, que todavía no había pronunciado su don, dijo:
-La princesa se pinchará con una aguja, pero no morirá, sino que dormirá por cien años hasta que la bese un príncipe.
El rey prohibió todos los husos y agujas en el reino para evitar que se cumpliera la maldición. Pero llegó el día en que la princesa cumplió quince años y ese día encontró una torre en el palacio, entró y vio a una anciana que hilaba con un huso.
La princesa le preguntó qué era esa cosa tan graciosa y, apenas la tocó, se pinchó el dedo y cayó profundamente dormida. Luego se durmió todo el reino hasta que quedó silencioso.
Pasaron los cien años y llegó un príncipe de un reino lejano y supo la historia de la princesa dormida. Entró al palacio apartando las zarzas con su espada y llegó a la torre donde estaba la princesa. Era tan hermosa que el príncipe se enamoró de ella profundamente y la besó.
La princesa despertó y, al ver al príncipe, se enamoró también de él. El reino también despertó. La princesa y el príncipe se casaron y vivieron felices para siempre.
¿Te pareció útil este Tema? ¡Valóralo!