Origen de la Ilíada
Para entender la obra de La Ilíada escrita por Homero es importante recordar que el conflicto bélico entre los troyanos y los griegos surgió porque estando en un banquete con Menelao, rey de Esparta, el príncipe de Troya, Paris, violó las reglas de la hospitalidad y se fue a su tierra con la hermosa Helena, esposa de Menelao.
Consecuencias de la Iliada
1. Troya Sitiada
En La Ilíada esto trajo como consecuencia que Menelao y otros reyes de Grecia se unieran en una campaña contra Troya para rescatar a Helena y destruir la ciudad.
Sitiando a Troya, surge un acontecimiento en el campamento griego: Crises, sacerdote del dios Apolo, se presenta ante Agamenón para exigirle que le devuelva a su hija Criseida, quien fue raptada por Agamenón para ser tomada por mujer.
Ante esta petición, recibe una negativa respuesta y bajo amenazas el sacerdote es obligado a marcharse. Sin embargo, los ruegos y súplicas de Crises llegaron hasta Apolo quien envió una peste destructora sobre el campamento griego.
2. Aquiles Reacciona
Viendo la constante muerte de los guerreros griegos, el valiente Aquiles decide intervenir reuniendo al pueblo para que se busque a un adivino que explique los motivos de esta desgracia contra los griegos.
Es allí el adivino Calcante Testórida habla y dice que estas calamidades ocurren porque Agamenón se rehusó totalmente a devolver a Criseida a su padre, y esto desagradó al dios Apolo quien lanzó estos ataques contra sus tropas.
Finalmente Agamenón acepta devolver a Criseida pero a cambio de eso pide que le entreguen a Briseida, una joven esclava de Aquiles. El héroe obedece esto, pero abandona el campo de batalla junto a sus seguidores muy enojado.
Al sentarse en la orilla de la playa llora su pérdida y cuando su madre, la diosa Tetis, aparece, le promete intervenir ante Zeus.
3. La Ilíada y la Intervención del Olimpo
En el Olimpo Tetis adula al gran Zeus para que ayude a su hijo Aquiles. Zeus accede y promete que mientras los griegos no paguen su afrenta a Aquiles, los troyanos permanecerán vencedores en este conflicto.
De esta manera el gran dios Zeus abandona a su suerte a los griegos.
4. Sucesivas Victorias de Troya
Es así como Héctor, hermano de Paris, decide continuar con las batallas contra los griegos y al derrotarlos en varias ocasiones los expulsa hasta la playa de Troya.
Viéndose ya diezmados por el ejército troyano los griegos no ven esperanzas de ganar esta guerra ya que su gran héroe Aquiles los abandonó enojado con Agamenón.
5. Atenea con los Griegos – Marte con los Troyanos
Es importante resaltar que en esta guerra hay también una intervención de los dioses del Olimpo a favor de cada uno de los bandos en disputa. A los griegos los ayuda la diosa Atenea y a los troyanos los ayuda el dios Marte.
De igual forma, y ante la intervención del Olimpo en esta guerra Zeus es muy claro cuando pide a los dioses que no intervengan más en el conflicto; dejando claro que mientras la afrenta hecha a Aquiles no sea restituida la suerte estará del lado de los troyanos.
Asimismo, un dato interesante es que después de cada batalla tanto griegos como troyanos dejaban un tiempo prudencial para que los caídos en batalla de cada grupo puedan ser recogidos y enterrados dignamente.
Agamenón Desesperado Mientras Patroclo Toma la Iniciativa
Ya viéndose casi perdido, Agamenón envía ofrendas y todo tipo de obsequios a Aquiles para convencerlo de que vuelva a sus filas y los apoye antes de que pierdan a todos sus hombres.
Aquiles, aún enojado, rechaza esta petición y amenaza con irse completamente de ese lugar para volver a Grecia.
Es por ello que ante esta situación de desánimo y desesperanza, el primo de Aquiles, Patroclo, decide utilizar la armadura y armas de su primo Aquiles para pelear y reanimar al ejército.
Intervención del Olimpo en la Guerra
No obstante, y ante un “descuido” del gran dios Zeus la diosa Hera, y otros dioses del Olimpo que favorecían a los griegos, comienzan a obrar a favor de éstos quienes comienzan a vencer en la batalla.
Incluso el valiente troyano Héctor es herido, pero cuando Zeus se da cuenta de lo que sucede reprende a los dioses por su intervención y les recuerda que “Troya caerá, pero no de esa forma”.
De esta forma Zeus permite que Apolo cure a Héctor y así comienzan nuevamente los troyanos a vencer una vez más a los ejércitos griegos incendiando sus barcos. Para que así se cumplan las palabras del gran dios Zeus.
Muerte de Patroclo
En medio del incendio Patroclo corre a pedir ayuda a Aquiles, quien observa todo desde lejos, pero éste no accede. Solamente le permite usar de nuevo su armadura para asustar a los troyanos, pero le recomienda no perseguirlos.
Patroclo no hace caso a esta advertencia y luego de entrar al campo de batalla y reanimar a las fuerzas griegas “con la presencia de Aquiles”, llega hasta las puertas de Troya donde casi toma la ciudad.
Sin embargo, ya la muerte de Patroclo estaba determinada por los dioses, y en un intento desesperado por ganar la guerra se enfrenta a Héctor quien luego de un combate lo atraviesa con una lanza; logrando así otra victoria para los troyanos.
Aquiles Llora la Muerte de Patroclo
La muerte de Patroclo afecta de tal forma al gran Aquiles que éste, enfadado aún más contra los troyanos, se retira a un lugar solitario para llorar a su amigo muerto.
Estando allí su madre, Tetis, viene y al conocer lo sucedido intenta consolarlo. Pero su ira se agudiza cuando no recibe el cuerpo de Patroclo para darle los honores respectivos antes de enterrarlo.
Ante esta situación el gran Aquiles se debate entre entrar en combate o no, pero, ¿cómo hacerlo sin armas? La diosa Hera lo viste con un pelaje, un traje divino, elaborado de piel de cabra que le permitiría a Aquiles asustar a los troyanos.
Esto se repetiría varias veces hasta que por fin pudieron traer de vuelta el cuerpo de Patroclo al campamento griego.
Aquiles Vuelve a la Acción
Con esta decisión Hefesto, el dios de las armas, le fabrica un escudo con hermosos relieves así como una armadura y una espada para la batalla final. En un intento por reconciliarse con su mejor soldado, Agamenón le da varios obsequios y le devuelve a su amada Briseida.
Por esta razón, Aquiles cambia de opinión y decide volver al combate para vengar la muerte de su amigo Patroclo. De esta forma la suerte de los griegos cambia y Zeus permite que en esta guerra participen los dioses.
La diosa Hera le advierte a Aquiles que primero matará a Héctor, pero luego morirá en manos de un hombre y de un dios. Aquiles acepta su destino con gusto, y de esta forma comienza una guerra entre hombres con la intervención de los dioses.
El final de la Ilíada
De esta forma comienza una búsqueda implacable contra Héctor, a quien localiza en el castillo de su padre Príamo, rey de Troya.
Finalmente llega la lucha final entre estos dos héroes míticos: Aquiles y Héctor. En un sangriento y fiero combate, Aquiles y Héctor luchan a muerte; uno por el honor de su Troya amada, y el otro en venganza por la muerte de primo y gran amigo Patroclo.
Aquiles es ayudado por Atenea, mientras que Apolo defiende y pelea por Héctor. Sin embargo, cuando la balanza del destino se inclina a favor de los griegos, el dios Apolo debe retirarse.
Luego de horas de combate Aquiles mata a Héctor ante los ojos de su padre, y en venganza por las riñas sobre el cuerpo de Patroclo, Aquiles profana el cuerpo de Héctor atándolo a su carro y arrastrándolo por la playa hasta el campamento.
Honores a los Caídos Héctor y Patroclo
Esta actitud vengativa al profanar el cuerpo caído del guerrero troyano Héctor enfureció incluso a los dioses. Zeus ordena a su madre Tetis para que Aquiles se detenga y entregue el cadáver del príncipe para darle un entierro decente.
Protegido por el dios Hermes, Príamo logra entrar a la tienda del furioso Aquiles. Estando allí le recuerda a su padre Peleo, lo cual conmueve profundamente a Aquiles quien es capaz de perdonar lo sucedido y reconciliarse con el rey Príamo.
De esta forma el rey se lleva el cadáver de su hijo a Troya donde es recibido entre cantos fúnebres. Y así Héctor es honrado durante varios días por los troyanos, así como Patroclo también lo es en el campamento de los griegos. Siendo este el trágico final de la Ilíada.