Uno de esos relatos que forman parte de la cultura mexicana es la Leyenda del Conejo en la Luna; y aunque existen varias versiones, todas parecen coincidir en algún punto.
Aquí te dejamos dos de las más hermosas versiones de la Leyenda del Conejo en la Luna; que explican la presencia de esta tierna figura en la superficie lunar.
El Origen de la Leyenda del Conejo en la Luna
Dicen que un buen día, el dios mexicano Quetzalcóatl quiso hacerse hombre, para caminar por el mundo, y verificar el estado de todas las cosas, sin ser reconocido.
Después de caminar durante 7 días y 7 noches, por toda la Tierra, se sintió cansado y hambriento. Entonces se sentó a descansar, cerca de un río de aguas cristalinas.
Al llegar la noche, mientras la luna brillaba en el cielo, Quetzalcóatl observó un pequeño conejito que con ternura se acercaba a tomar agua, mientras comía una pequeña zanahoria.
El conejo, al darse cuenta de la presencia del dios, le ofreció compartir con él su comida; pero Quetzalcóatl tenía hambre para devorar a todos los animales del bosque.
Entonces el conejo nuevamente insistió:
—¿Es que no tienes hambre?
—Más de la que puedes imaginar— dijo Quetzalcóatl.
—Entonces cometela toda— dijo el conejo, con mucha amabilidad.
Quetzalcóatl se conmovió de la bondad de aquel animal y le preguntó:
—¿No te da miedo que te devore de un solo bocado?
—Si necesitas hacerlo, hazlo. Para mí será todo un honor servirte, aunque sea de cena. Dijo el conejo.
—Por ese acto de bondad desinteresada te daré un regalo para que todos los seres de la Tierra conozcan tu nobleza. Dijo Quetzalcóatl.
En ese momento tomó al pequeño conejito en sus manos y lo levantó hasta la luna; y con un pequeño soplo dejó estampada, para siempre, su imagen sobre ella.
Desde Aquel Momento
Esa noche, después de inmortalizar en la luna la imagen del conejo, Quetzalcóatl decidió llevarlo consigo a su ciudad celestial, para que desde arriba lo ayudara a vigilar el mundo.
Desde aquel momento, en las noches de luna llena, podemos ver su imagen para recordar que nunca estamos solos; y que aún quedan en el mundo seres de buen corazón.
Otra Versión de la Leyenda
Hace mucho tiempo, antes de que existieran el día y la noche, los dioses se reunieron para crear un astro que alumbrara la Tierra. Le darían el nombre de Sol.
Entonces encendieron una gigantesca hoguera y preguntaron a todos los seres quién se atrevería a saltar a ella y quemarse vivo, para convertirse en fuego y brillar desde el cielo.
Solo dos seres levantaron la mano. Uno era un Rey, grande, fuerte, poderoso y muy rico, quien se sentía uno de los seres más importantes de toda la creación.
El segundo era un pequeño conejo, su cuerpo era flaco y casi no tenía fuerzas; pero tenía un hermoso corazón con el que amaba a todos los demás seres vivientes.
Llegado el momento, el rey sintió miedo y salió huyendo, mientras el conejo brincó directo a la hoguera. Cuando estaba a punto de tocar el fuego los dioses lo salvaron.
El Castigo y el Premio
Al ver la cobardía del Rey, los dioses lo arrojaron al fuego para convertirlo en sol. Pero al conejo, lo elevaron hasta la Luna para que todos recordaran su bondad.
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