Rubén Darío es uno de las mayores influencias en la literatura hispanoamericana. Aprende sobre su obra y expande tus conocimientos junto a estos 5 Poemas de Rubén Darío.
Rubén Darío fue un escritor oriundo de Nicaragua, nacido en el año de 1867. Hoy en día es de los poetas más famosos del mundo, reconocido como un maestro literato.
Poemas de Rubén Darío
La obra de Rubén es una de las más estudiadas por los intelectuales de la literatura hoy en día, dado que marcó un antes y un después en la poesía.
A continuación, hemos desplegado una bella compilación de cinco de los poemas más famosos de Rubén Darío, analizando un poco lo que estos versos representan, sobre sus emociones y demás.
1. Día de Dolor
Uno de los poemas cortos más famosos de Rubén Darío es Día de Dolor, a pesar de contar apenas tres versos, expresa un embriagante sentimiento a través de sus letras.
“¡Día de dolor,
Aquel en que vuela para siempre el ángel
Del primer amor!”
2. España
En la poesía es muy común hablar sobre experiencias vividas y lugares visitados, lo cual es justo lo que ocurre en los poemas del afamado maestro de poetas Rubén Darío.
De hecho, uno de los caracteres más propios de la era de la poesía vanguardista.
“Dejad que siga y bogue la galera
Bajo la tempestad, sobre las olas:
Va con rumbo a una Atlántida española,
En donde el porvenir calla y espera.
No se apague el rencor ni el odio muera
Ante el pendón que el bárbaro enarbola:
Si un día la justicia estuvo sola,
Lo sentirá la humanidad entera.
Y bogue entre las olas espumeantes,
Y bogue la galera que ya ha visto
Cómo son las tormentas de inconstantes.
Que la raza está en pie y el brazo listo,
Que va en el barco el capitán Cervantes,
Y arriba flota el pabellón de Cristo.”
3. Para la Misma
Las poesías bonitas siempre tienen lugar especial en nuestros artículos, por lo que Para la Misma, de Rubén Darío, no podía faltar en esta compilación de las bellas artes literarias.
Algunos poemas románticos nos demuestran a plenitud la belleza y la magia de la poesía y su capacidad de embellecer todo, volviendo sublime obra de arte a los hechos cotidianos.
“Miré al sentarme a la mesa,
Bañado en la luz del día
El retrato de María,
La cubana japonesa.
El aire acaricia y besa,
Como un amante lo haría,
La orgullosa bizarría
De la cabellera espesa.
Diera un tesoro el Mikado
Por sentirse acariciado
Por princesa tan gentil,
Digna de que un gran pintor
La pinte junto a una flor
En un vaso de marfil.”
4. Margarita
¡La poesía tiene nombre de mujer! Miles de personalidades lo han dicho a lo largo de las décadas, y pocas veces ha sido tan acertado como en esta ocasión.
Margarita, siendo flor y siendo nombre, es además uno de los más populares poemas de nuestro querido poeta en cuestión, Rubén Darío.
“¿Recuerdas que querías ser una Margarita
Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,
Cuando cenamos juntos, en la primera cita,
En una noche alegre que nunca volverá.
Tus labios escarlatas de púrpura maldita
Sorbían el champaña del fino baccarat;
Tus dedos deshojaban la blanca margarita,
«Sí… no… sí… no…» ¡y sabías que te adoraba ya!
Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías;
Tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
Tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.
Y en una tarde triste de los más dulces días,
La Muerte, la celosa, por ver si me querías,
¡Como a una margarita de amor, te deshojó!”
5. La Gitanilla
Algunos poemas se muestran en todo su esplendor, encapsulando una historia entre sus letras. La Gitanilla es una de esas obras magnificas que encapsulan toda una historia.
Además, es uno de esos poemas de amor que narran una romántica trayectoria desenlazándose a través del verso, la rima, la métrica, su cadencia y hasta su esencia misma.
“Maravillosamente danzaba. Los diamantes
Negros de sus pupilas vertían su destello;
Era bello su rostro, era un rostro tan bello
Como el de las gitanas de Miguel Cervantes.
Ornábase con rojos claveles detonantes
La redondez obscura del casco del cabello,
Y la cabeza, firme sobre el bronce del cuello,
Tenía la pátina de las horas errantes.
Las guitarras decían en sus cuerdas sonoras
Las vagas aventuras y las errantes horas,
Volaban los fandangos, daba el clavel fragancia;
La gitana, embriagada de lujuria y cariño,
Sintió cómo caía dentro de su corpiño
El bello Luis de oro del artista de Francia.”
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