Estos poemas para niños son ideales para que los padres los reciten a los hijos o los abuelos a los nietos.
La Poesía en los Niños
Inculcar el amor por la poesía en los niños puede ser muy beneficioso para su desarrollo por muchas razones. Puede ser una herramienta perfecta para practicar la lectura y además es una actividad muy divertida.
Esta actividad puede ser realizada ya sea por padres, abuelos, tíos, maestros, etc. Pueden dedicar una tarde libre para recitar uno de estos poemas junto con los niños y divertirse con las rimas y los juegos de palabras.
Muchos autores famosos como Gabriela Mistral, María Elena Walsh y Federico García Lorca han plasmado en el papel hermosas composiciones dedicadas a los más pequeños de la casa con las que podrán compartir un rato agradable con sus familiares o maestros.
En este artículo vamos a descubrir lo más selecto en poesía infantil de la mano de grandes autores clásicos con estos ejemplos de poemas para niños.
Beneficios de la poesía para niños
Estos son los beneficios de recitar poesía para niños:
- Es perfecta para ampliar el vocabulario
- Ayuda a una lectura y pronunciación de las palabras más fluidos
- Les permite conocer a los autores clásicos
- Les ayuda a desarrollar el interés por la lectura
- Es una actividad muy sana y didáctica
7 Poemas clásicos para niños
A continuación, una hermosa selección de poemas para niños dirigidos a los más pequeños y a los no tan pequeños.
1. Los ratones, Lope de Vega
Juntáronse los ratones
para librarse del gato;
y después de largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?
2. Mariposa del aire, Federico García Lorca
Mariposa del aire,
¡Qué hermosa eres!
Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
Mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
No te quieres parar,
pararte no quieres.
Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
Mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
¡quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?
3. A Noel, Gabriela Mistral
¡Noel, el de la noche del prodigio,
Noel de barbas caudalosas,
Noel de las sorpresas delicadas
y las sandalias sigilosas!
Esta noche te dejo mi calzado
colgando en los balcones:
antes que hayas pasado frente a ellos,
no viertas tus bolsones.
Noel, Noel, te vas a encontrar húmedas
mis medias de rocío,
mirando con ojitos que te atisban
las barbas de río…
Sacude el llanto, y deja cada una
perfumada y llenita,
con el anillo de la Cenicienta
y el lobo de Caperucita…
Y no olvides a Marta. También deja
su zapatito abierto.
Es mi vecina, y yo la quiero, desde
que su mamita ha muerto.
4. Canción de cuna del elefante, Adriano del Valle
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el Cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta…
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla…
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!
5. La vaca estudiosa, María Elena Walsh
Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: – Estas equivocada.
Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuaca
la única sabia fue la vaca.
6. Pobre burro, Gloria Fuertes
El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.
¿Qué culpa tiene el burro de ser burro?
En el pueblo del burro no hay escuela.
El burro se pasa la vida trabajando,
tirando de un carro,
sin pena ni gloria,
y los fines de semana
atado a la noria.
El burro no sabe leer,
pero tiene memoria.
El burro llega el último a la meta,
¡pero le cantan los poetas!
El burro duerme en cabaña de lona.
No llamar burro al burro,
llamarle “ayudante del hombre”
o llamarle persona.
7. En un trozo de papel, Antonio García Tejeiro
En un trozo de papel
con un simple lapicero
yo tracé una escalerita,
tachonada de luceros.
Hermosas estrellas de oro.
De plata no había ninguna.
Yo quería una escalera
para subir a la Luna.
Para a subir a la Luna
y secarle sus ojitos,
no me valen los luceros,
como humildes peldañitos.
¿Será porque son dorados
en un cielo azul añil?
Sólo sé que no me sirven
para llegar hasta allí.
Estrellitas y luceros,
pintados con mucho amor,
¡quiero subir a la Luna
y llenarla de color!
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