¡Relato de un náufrago; resumen y análisis explicado! Se trata de una de las novelas periodísticas de Gabriel García Márquez más conocidas y de mayor impacto histórico en su época.
Gabriel García Márquez es históricamente conocido por sus obras novelísticas, y por haber ganado el Nobel de Literatura, gracias a su trabajo de periodismo narrativo.
Resumen y análisis de relato de un náufrago
Relato de un Náufrago es una obra periodística, como es tan característico de nuestro querido autor Gabo, protagonizada por Luis Alejandro Velasco, un oficial de la marina con bajo rango.
Al comienzo, vemos que el marinero y sus compañeros, se encuentran varados en Alabama. Pasaron ocho meses en el puerto y por las noches salían a divertirse en la ciudad.
Tras tal tiempo, Luis Alejandro se plantea a sí mismo retirarse del servicio, debido a un temor a navegar recientemente adquirido a raíz de una película de terror.
La noche previa a su vuelta a Cartagena de Indias, pasa la noche en vela, aterrado por esta idea, y se propone abandonar la marina al volver a su tierra.
Viaje
El primer día del viaje fue tranquilo, transcurrieron sin mayores contratiempos. Sin embargo, el 29 de febrero, el barco comenzó a presentar movimientos turbios, navegando por el golfo de México.
Durante esa noche, fuertes corrientes golpearon el barco, ocasionando que muchos marinos se marearan y fatigaran por el movimiento brusco.
Incidente
Estando en pleno mar del Caribe, las olas arremetían contra el barco tan fuertemente, que una de ellas empujó a varios de los marineros al agua, incluido Luis Alejandro Velasco.
Velasco podía escuchar los gritos de sus otros compañeros, al tiempo que el agua lo ahogaba a él mismo, pero mantenía en mente el pensamiento de que los rescatarían pronto.
Al agua cayeron también algunas cajas y bolsas que flotaban, y Velasco alcanzó a sostenerse de una balsa para mantenerse con vida, a la espera de ser salvado.
Trató de acercarse a sus compañeros para rescatarlos del agua, pero por más que remaba dentro de la balsa, no lo logró.
A la intemperie en el mar
Solo en la balsa y en medio del inmenso mar, Velasco vio la noche caer, así como sus esperanzas de ser rescatado caían también.
Sin embargo, mantenía la fe alta, y planeaba qué haría si veía pasar un avión, para alertar al equipo de salvamento, el cual esperaba que no tardaría mucho en llegar.
En la mañana siguiente, vio un avión, y agitó su camisa en alto para hacerle señales, pero el mismo pasó de largo sin notar su presencia.
Con el tiempo, descubrió que los tiburones se acercaban en las tardes, merodeando cerca de la balsa y alimentándose de los peces.
Alucinaciones
Adicionalmente, la sed y el hambre, comenzaron a causarle alucinaciones. Veía a su amigo Manjarrés y éste platicaba con él para hacerle compañía en la balsa.
Una noche, Manjarrés le señaló las luces de un barco que estaba a la lejanía, y Velasco remó con desespero. Pero al acercarse, el barco desapareció como si nada.
Hambre
Siete gaviotas sobrevolaron la balsa, y Velasco se alegró, ya que esta era una señal de que no estaba lejos de alguna costa.
Sin embargo, el hambre lo estaba enloqueciendo, y se propuso cazarlas para comerlas. Logró alcanzar una, y la hizo pedazos para comerla.
Sin embargo, no fue capaz de ingerir al animal crudo y sangriento, así que solo la echó al mar después.
En lugar de ello, sacó de su bolsillo una carta de cartón que había obtenido en el puerto de Alabama antes de zarpar, y se la echó a la boca.
Alivió su hambre unos instantes apenas tras ingerir el cartón húmedo, pero obviamente esto no sería suficiente.
Pensó en ingerir la suela de su zapato, pero no fue capaz de arrancarla. Esta noche la pasó en vela, acongojado por un hambre voraz que no lo dejó descansar.
Pesca
Metió las manos al mar, intentando pescar algo para alimentarse, pero los peces lo atacaron y le causaron varias heridas pequeñas en las manos.
Atraídos por la sangre de las pequeñas heridas de sus manos, los tiburones nadaron alrededor de la balsa, atacando a los peces que merodeaban.
Repentinamente sintió un peso enorme dentro de la balsa. Inicialmente creyó que era un tiburón, pero resultó ser un pez verde y largo.
Finalmente, despedazó este pez y lo comió, venciendo el asco.
Una ola
Más tarde, el cielo amenazaba con tempestad. Velasco, quien estaba sediento, pensó en recoger algo de agua de lluvia en sus botas, pues no podía beber del mar.
El oleaje se volvió muy brusco, aunque la lluvia no caía. Sin embargo, una ola enorme dio vuelta a la balsa, pero éste remó con sus brazos, logrando subir nuevamente.
Internamente, agradeció que la ola lo atacase en ese momento y no durante la tarde, pues de haber sido así, los tiburones lo habrían comido vivo.
Costa cercana
El 7 de marzo, una gaviota se posó sobre la balsa, al tiempo que también comenzó a notar que el agua cambiaba de color hacia un tono verdoso.
Ambas señales le dieron a entender que por fin estaba acercándose a una costa.
Perdiendo la esperanza
La noche caía y el náufrago no veía tierra. La gaviota que estaba con él, se despidió en la noche. Ensangrentado y abatido, Velasco comenzaba a perder la esperanza.
Acostado en la balsa, y sintiéndose indiferente a la vida, comenzó a delirar nuevamente, esta vez con Nobile y con algunas personas.
En algún punto se quedó dormido. Al despertar, vio una raíz que no sabía de dónde provenía. La mordió y sintió sabor a sangre, pero aun así se la comió.
Volvió a dormir, al despertar comenzó a tener conciencia de su propio cuerpo de nuevo y sentía un dolor intenso en su rodilla, así como el frío de la mañana.
¡Tierra!
Cerca de las cuatro de la madrugada, como pudo comprobar en su reloj de muñeca, divisó en la lejanía una fila de cocoteros.
Tuvo intenciones de remar, pero había perdido casi la totalidad de sus remos en una pelea con tiburones, por lo que se lanzó al agua y comenzó a nadar desesperadamente.
Cuando finalmente llegó a tierra, se desplomó. Al reaccionar, se percató de que estaba en una playa.
El hombre de la playa
Preguntó a un hombre dónde estaba, y le respondió que estaba en Colombia, lo cual le sorprendió, pero a su vez le generó un gran alivio.
Este mismo hombre, llamado Dámaso Imitela, lo llevó a su casa, pero no lo alimentó con nada más que agua azucarada hasta después de que un médico lo examinó.
Cartagena
Estando en San Juan, un médico lo examinó y le dijo que lo llevarían a Cartagena en una avioneta.
Una vez en Cartagena, fue trasladado al Hospital Naval de Cartagena, donde además de ser atendido, también fue puesto en custodia para que no hablara con nadie.
Fue un reportero disfrazado de médico quien simuló atenderlo para hacerle diversas preguntas sobre lo ocurrido, reportaje que al día siguiente fue publicado.
Final
Posterior al reportaje, fue considerado todo un héroe por no haber muerto en el mar, fue entrevistado por diversas personalidades en televisión y radio.
Contó sus peripecias montones de veces, y a aquellos que decían que su historia era falsa, les contestaba siempre “Entonces, ¿qué hice durante mis diez días en el mar?”.
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