El miedo a la oscuridad puede ser considerado algo normal y esperable en los niños, desapareciendo de manera espontánea y progresiva de forma natural.
Este tipo de miedo resulta muy común, todos en algún momento de nuestras vidas hemos podido experimentarlo, sin embargo, en adultos cuando se instala con una intensidad fuerte se podría considerar una fobia.
Miedo a la oscuridad en los niños
Usualmente, alrededor de los tres años comienza a hacerse manifiesto y recurrente el miedo a la oscuridad en las niñas y los niños, pudiendo tener una razón para su aparición o no.
Esto significa que forma parte de los miedos que por naturaleza un ser humano puede sentir en algún momento, suele ser pasajero y no amerita mayor atención.
Aun así, en ciertos casos es posible que por su intensidad y otras variables con las que se encuentre asociado, requiere algún tipo de atención psicoterapéutica para manejarlo.
Generalmente el miedo a la oscuridad en los niños surge de manera paralela con la activación de la imaginación o el pensamiento mágico que suelen desarrollar en la infancia.
En estos casos es muy común que los pequeños confundan la realidad con la fantasía, permitiendo que las posibilidades de ser agredido por un terrible monstruo en la oscuridad sean perfectamente viables.
Nictofobia: miedo a la oscuridad en los adultos
En el caso de los adultos la situación es diferente, pues en teoría el pensamiento mágico durante esta edad ha mermado y la racionalidad se hace presente.
Sin embargo, es posible que por experiencias traumáticas u otras circunstancias que estén generando un alto monto de ansiedad, pueda darse pie a la aparición de este trastorno.
El temor a la oscuridad en los adultos puede vivirse de forma muy intensa, provocando síntomas como aceleración de ritmo cardíaco, sudoración, temblores, visión borrosa, entre otros.
Esto genera un gran malestar, dificultades para dormir, y otras aflicciones emocionales que alimentan el ciclo de la fobia del cual puede resultar complejo salir sin ayuda.
Consejos para vencer el miedo a la oscuridad en los adultos
A continuación, algunas recomendaciones que se pueden poner en práctica para vencer el miedo a la oscuridad en adultos.
1. Establecer rutinas antes de dormir
La ansiedad tiende a instalar patrones o ciclos a través de los cuales ella misma se alimenta, por lo que se hacen aún más difícil de romper y evidenciar mejoras en este sentido.
Una de las recomendaciones que puede favorecer disminuir el temor a la oscuridad antes de dormir sería la instalación de rutinas que favorezcan el descanso y la sensación de bienestar.
Estas rutinas ayudan al cuerpo y a la mente a prepararse para dormir y descansar, lo que ayudará a conciliar el sueño de una manera más rápida y apacible.
2. Hacer uso de la racionalización
Para poder tener un mejor control sobre los pensamientos irracionales es necesario partir por reconocer y aceptar que se tiene un miedo que resulta inadecuado o exagerado.
A partir de allí se pueden comenzar a realizar racionalizaciones sobre el miedo con preguntas como por qué debería tener miedo, qué puede pasar o cuál daño podría ocasionar la oscuridad, en este caso.
Este tipo de preguntas ayuda a vencer aquellos pensamientos irracionales que han instalado el miedo a la oscuridad a través de otros que permiten al individuo convencerse que no hay por qué temer.
3. Cuida lo que consumes en los medios
A través de las redes sociales, plataformas de streaming o cualquier otro medio se ofrecen contenidos que pueden alimentar de cierta forma los pensamientos irracionales.
Observar contenidos relacionados con el miedo, muerte o cualquier otro elemento que incita a la ansiedad solo hace que el ciclo de la fobia permanezca.
4. Tener experiencias progresivas en la oscuridad
Usualmente, las fobias mejoran a través de los acercamientos progresivos hacia aquello que es la fuente del temor, sin presiones y de manera calmada.
Así se podría por ejemplo ir incrementando poco a poco el tiempo que se permanece en oscuridad, incluso se puede iniciar por imaginar estar en una habitación oscura y luego hacerlo en la realidad.
5. Utilizar luces de intensidad graduable
El uso de luces auxiliares puede ser una herramienta que ayuda muchísimo en el logro de descanso para quien le teme a la oscuridad, pudiendo ser una opción completamente válida.
Se sugiere la regulación de la luz para poder hacerla cada vez más tenue hasta lograr, de ser posible, dormir sin ningún tipo de luz.
6. Utilizar música
La música puede ser una excelente herramienta para favorecer una atmósfera de tranquilidad y relajación, preferiblemente en un estilo suave y tranquilo.
7. Practicar actividades físicas
La práctica de actividades físicas trae múltiples beneficios, incluyendo la regulación en el ritmo de sueño, lo cual ayudaría en gran medida a dormir mejor en las noches y disminuir la ansiedad.
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