Los tipos de estrés se clasifican según sus características, aprende a identificarlos.
El Estrés
El estrés se refiere a la reacción que puede tener una persona hacia un evento o circunstancia externa que se percibe como amenazante.
El estrés es el resultado de la interacción entre una persona y el ambiente, por lo que su impacto no está determinado solo por las características del evento estresor.
Depende en gran medida de la manera cómo la persona interpreta esta situación causante de estrés y esto condicionará sus consecuencias.
De allí la importancia de que cada individuo mantenga las herramientas necesarias para afrontar de manera adecuada el estrés y poder mantener un equilibrio mental.
Es posible que esto no resulte una tarea sencilla pues existen diferentes tipos de estrés cada uno con particularidades diferentes.
Esto va a requerir un abordaje para cada caso según sus propios síntomas y duración.
Los Tipos de Estrés
1. Estrés Agudo
Este tipo de estrés es el más presente entre las personas y se manifiesta en un período corto de tiempo.
Surge como resultado de las demandas más recientes y las preocupaciones por el futuro cercano, como por ejemplo situaciones relacionadas a la vida laboral.
El estrés agudo puede resultar beneficioso en un nivel que resulte tolerable para la persona y con implicaciones positivas.
La preparación de una boda es un evento que causa estrés pero que tiene mayores connotaciones positivas que negativas.
Generalmente este tipo de estrés no tiene secuelas significativas puesto que su duración en el tiempo es relativamente corta.
Las manifestaciones más comunes son lo que se conoce como agonía emocional, una mezcla de emociones comunes durante el estrés.
Estas se refieren principalmente a la rabia, la ansiedad y la tristeza.
Por otra parte se pueden presentar síntomas físicos como tensión muscular, dolores en diferentes partes del cuerpo, especialmente en la cabeza y espalda.
Algunas personas presentan bruxismo, esto es una presión involuntaria de los dientes, principalmente durante el sueño, generando tensión en la mandíbula.
A nivel estomacal puede presentar problemas digestivos, acidez, estreñimiento o síntomas de colon irritable.
Durante el evento estresor se pueden observar manifestaciones físicas como sudoración, palpitaciones, elevación de la presión sanguínea, mareos, entre otros.
El tratamiento en estos casos más utilizado tiene que ver con la aplicación de técnicas de relajación y respiración.
Así como la incorporación de hábitos saludables, esto incluye alimentación balanceada, periodos de descanso y rutinas de sueño de al menos 7 horas continuas.
2. Estrés Agudo Episódico
Este tipo de estrés es el resultado de un cúmulo de estresores cotidianos pero que permanecen por más tiempo.
Es típico en estilos de vida muy agitados, personas con muchas responsabilidades que le llevan a exponerse constantemente a situaciones de tensión.
El exceso de agitación produce irritabilidad y ansiedad por lo que suelen percibirse como hostiles.
Se ha relacionado este tipo de estrés con características de personalidad particulares, es decir, independientemente del tipo de estresores, estas personas tienden a tomar cada situación con un sentido de urgencia.
Tienden a mantener un estilo de pensamiento pesimista, se anticipan negativamente a las situaciones.
Los síntomas son similares al estrés agudo, pero más permanentes en el tiempo, lo que hace más vulnerable a quien lo experimenta de sufrir enfermedades coronarias.
En estos casos es posible que se requiera apoyo profesional para introducir cambios profundos en el estilo de vida, hábitos, pensamiento y afrontamiento.
Muchas veces existe mayor resistencia y negación en las personas que presentan este tipo de estrés y es solo cuando su salud se ve comprometida que reconocen la necesidad de atención.
3. Estrés Crónico
Este tipo de estrés es resultado de situaciones más complejas que pueden escapar del control de quien las vive y que son más estables en el tiempo.
Puede surgir por conflictos políticos o sociales, situaciones de maltrato, disfuncionalidad en el hogar o alguna experiencia traumática.
En este caso los síntomas son más complejos ya que se hace cotidiano por lo que la persona muchas veces no logra reconocer el malestar.
Cada quien de acuerdo a su circunstancia puede buscar la manera de adaptarse a la situación o evento estresor, manteniendo una actitud de desesperanza y pasividad.
Las vivencias de este estilo suelen dejar una profunda huella en la personalidad, en su sistema de creencias, su estilo de pensamiento y su mundo emocional.
Requiere una atención más especializada y puede existir incluso el riesgo del suicidio de quien lo padece al no poder vislumbrar alternativas de cambio.
Es posible que ante una misma circunstancia algunos se muestren más efectivos que otros a la hora de hacer frente a las vicisitudes.
Aun así no se deben minimizar los estresores detonantes, sino procurar brindar el apoyo necesario a quien lo padece, ser empáticos y ayudarles a darse cuenta de la importancia de ser recibir atención adecuada.
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