En algún momento de nuestras vidas las cosas no nos han salido cómo esperábamos o como nos hubiese gustado. Esos momentos displacenteros pueden generar una reacción, para algunos altamente angustiante, como lo es la frustración.
Es una emoción con la que todos nos hemos topado de cerca afortunadamente, pues es una de las experiencias que nos ayudan a fortalecer nuestros recursos interiores.
La frustración en el campo psicológico ha sido una de las emociones que se ha observado y estudiado con detenimiento por su efecto en el comportamiento.
Definición de Frustración
La frustración se puede definir como una respuesta emocional que surge como resultado de una expectativa no cumplida.
El tipo de reacción que se produce incluye elementos afectivos, cognitivos y conductuales con una duración e intensidad variable entre cada persona.
Diferentes factores pueden influir en la manera como un individuo reaccione frente a las decepciones que causan frustración.
Se debe considerar por ejemplo las experiencias previas, madurez emocional, estilo de personalidad, manejo de los impulsos, entre otros factores.
Efectos de la Frustración
La frustración puede generar diversas respuestas, desde reacciones relacionadas con aspectos biológicos de nuestro organismo hasta manifestaciones conductuales.
Una situación frustrante puede ocasionar que se presente una activación en el sistema cardiovascular, acelerando el ritmo cardíaco o dolores de cabeza, por ejemplo.
En otras personas puede provocar respuestas de llanto, inquietud, tristeza y muchas veces incluso reacciones agresivas.
Cuando la circunstancia aversiva se mantiene por un período sostenido en el tiempo puede llevar a síntomas de ansiedad y depresión.
Indefensión Aprendida
Cuando una situación frustrante se mantiene en el tiempo de manera prolongada se puede establecer en el individuo un estado de indefensión.
Esto significa que la persona aprende de cierta manera que sin importar lo que haga no va a obtener los resultados esperados.
La indefensión aprendida lleva al individuo a un estado de paralización en el cual considera cualquier esfuerzo en vano por lo que prefiere no hacer nada al respecto.
Tolerancia a la Frustración
Poder sobrellevar situaciones que generen frustración sin afectar el equilibrio emocional ni mental está relacionado con la capacidad para tolerarla.
La baja tolerancia a la frustración es un rasgo que lleva a la persona a desplegar reacciones negativas intensas ante este tipo de situaciones de estrés.
Existen diversas patologías en las cuales se observa la presencia de este tipo de rasgos como preponderantes e incluso detonantes del comportamiento disruptivo.
Una persona con baja tolerancia a la frustración puede llegar a conductas de riesgo solo por evitar el no poder satisfacer sus expectativas.
Por ejemplo, en las personas que han cometido delitos se observa este rasgo lo que los lleva a quebrantar la ley con tal de obtener el beneficio deseado.
Frustración y Agresividad
Diversos estudios han demostrado el alto nivel de correlación entre la respuesta emocional de frustración y la conducta agresiva.
La baja tolerancia a la frustración aunado a un poco control de los impulsos puede llevar a la persona que experimenta este estado a reaccionar con violencia fácilmente.
Se ha observado la presencia de otros elementos biológicos que pudiesen explicar este tipo de reacciones, como lesiones a nivel del lóbulo frontal, área encargada del autocontrol.
Por otra parte, los individuos que no toleran la frustración tienden a inclinarse por el consumo elevado de alcohol u otros desinhibidores.
El consumo de estas sustancias facilita igualmente la respuesta agresiva al quedar los mecanismos de control desactivados.
Cómo Manejar la Frustración
Aprender a aceptar los errores y fracasos puede ser una tarea compleja pero no es imposible, parte en primer lugar de reconocer quiénes somos y nuestras fortalezas.
Poder vernos desde una mirada compasiva, en el sentido de no juzgarnos tan duramente cuando algo no ha salido como lo esperábamos, pero sin caer en la victimización.
Obtener una enseñanza de lo que se ha hecho mal o sin los resultados esperados, disfrutando cada parte del proceso y no solo fijándonos en la meta.
Estos son algunos ejemplos de cómo podemos dar un giro a nuestra visión y poder sacar provecho incluso de las adversidades.
Controlar los Impulsos
Si eres de los que reaccionan con intensidad de manera rápida ante las situaciones frustrantes, debes considerar aprender a manejar tus impulsos.
Cuando permitimos que las emociones gobiernen nuestra vida es muy alta la probabilidad de caer en comportamientos erráticos que continuarán alimentando el sentimiento de frustración.
Utilizar herramientas como la meditación o respiración profunda permite entrenar nuestra mente y cuerpo para postergar reacciones impulsivas.
Por ejemplo, cuando te encuentres ante una situación detonante procura alejarte unos minutos y tomar tiempo para recuperar el equilibrio y la tranquilidad de tus pensamientos.
Si sientes que escapa de tu control y tus propias reacciones te abruman o incluso sientes temor de ellas, la ayuda psicoterapéutica es una excelente elección.
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