El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, o TDAH cómo se le conoce según sus siglas, es uno de los más frecuentes en la infancia.
Muchas personas al observar un niño intranquilo, activo, que está jugando constantemente o explorando el mundo a su alrededor, lo califican de tener este trastorno.
Sin embargo para poder hacer este tipo de diagnóstico se deben presentar una serie de síntomas específicos y cumplir con todos los criterios establecidos.
Es importante tener presente que en los primeros años de la infancia es esperable que los niños mantengan altos niveles de energía y estén activos la mayor parte del tiempo.
Definición del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
Cuando se habla de TDAH se refiere básicamente a una dificultad en los procesos de atención acompañado por una conducta hiperactiva e impulsiva.
Existe también otra variante de este trastorno donde solo se encuentra comprometida la atención de la persona sin un comportamiento especialmente activo.
En este segundo caso es muy probable que el trastorno pase desapercibido y sea diagnosticado mucho más tardíamente.
El TDAH se comienza a manifestar en la infancia y va a estar presente durante toda la vida.
Sin embargo las características de sus síntomas pueden variar en cada etapa evolutiva de la persona.
Es necesario hacer énfasis que cuando se hace referencia a una conducta hiperactiva e impulsiva no se refiere a sólo un elevado nivel de energía o intranquilidad.
Es un comportamiento persistente en todos los contextos que interfiere en el desenvolvimiento adecuado de la persona resultando desadaptativo.
Por ejemplo un niño con TDAH solo logra mantenerse sentado por algunos minutos o inclusive segundos, esto interfiere notablemente con su aprendizaje y desempeño escolar.
Síntomas del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad
Si bien el diagnóstico se realiza a partir de los siete años de edad, es posible percibir las siguientes características en niños pequeños que pudiesen ser una señal de alerta.
- Entre el primer y tercer año de vida se observan cambios temperamentales acompañados de impulsividad.
- Estos elementos afectan su comportamiento y la capacidad para adaptarse, especialmente en ambientes que involucran relacionarse con otros niños.
- Además presentan dificultades de sueño y mayormente problemas en el desarrollo del lenguaje.
- En los niños preescolares, entre los 3 a los seis años de edad, se puede observar como la inquietud motora permanece, no logrando mantenerse en actividades lúdicas por mucho tiempo.
- Tienen dificultad para obedecer normas, muestran una actitud desafiante y negativista hacia los adultos en general.
- En el área motora se perciben como “torpes” por problemas en la coordinación, ocasionándole continuos accidentes.
- En los niños mayores se pueden apreciar además de la conducta inquieta otros elementos relacionados con el proceso de atención.
- Por ejemplo, tienen dificultad para apreciar detalles, sus tareas escolares suelen ser descuidadas o cualquier otro tipo de actividad.
- No presta atención incluso cuando se le llama, actúa como si no escuchara y se distrae fácilmente con estímulos irrelevantes.
- Se le dificulta seguir instrucciones y suele lucir descuidado incluso en su apariencia.
- Además, mantiene una tendencia a extraviar objetos o no recordar dónde los dejó.
- En cuanto a la conducta hiperactiva, se observa constante inquietud en manos y pies, moviéndose constantemente en su asiento.
- Salta y corre de manera excesiva, aun cuando resulte inapropiado, y generalmente están haciendo ruido aun sin motivo.
- La conducta impulsiva se puede ver reflejada cuando por ejemplo se apresura a dar respuestas aun sin que se le haya terminado de plantear la pregunta.
- Se le dificulta esperar turnos durante actividades de juego o cualquier otra que amerite esperar.
- Interrumpe constantemente de manera inapropiada, habla en exceso y suele entrometerse en conversaciones o actividades de otros.
Consecuencias Emocionales del TDAH
Las personas que mantienen esta condición clínica suelen arrastrar con una serie de secuelas emocionales.
El tipo de comportamiento excesivamente intranquilo e impulsivo les lleva a ser rechazados por lo general.
En la escuela denotan un bajo rendimiento, siendo muchas veces etiquetados por maestros y compañeros como el niño o la niña problema del salón.
Estas experiencias afectan su autoestima y genera un gran monto de frustración considerando que es algo que no pueden controlar por sí mismos.
Sus relaciones sociales suelen ser deficientes, no logran establecer vínculos significativos y casi siempre son los excluidos de las actividades.
Durante la adolescencia y la vida adulta es posible que el tipo de relaciones que establezca sea inestable, especialmente en el área de pareja.
Todos estos factores le llevan en general a una disminución en su calidad de vida y mayor vulnerabilidad hacia conductas de riesgo como el abuso de sustancias.
Tratamiento para el TDAH
Luego de realizada una exhaustiva evaluación para determinar los factores particulares de cada caso, se procede a establecer un plan de intervención.
Generalmente el tratamiento va a involucrar dos grandes aspectos:
a. Individual
Se le brindan entrenamientos y herramientas al niño para al autocontrol y manejo de sus conductas impulsivas, por lo general el tipo de terapia más recomendado en estos casos es de tipo cognitivo conductual. Además en la mayoría de los casos se incluye medicación.
b. Hogar y Escuela
Se le brindan tanto a los padres como a los maestros entrenamiento en el manejo de las conductas disruptivas del niño así como acompañamiento durante el proceso de psicoterapia infantil. Se brindan sugerencias tanto para la escuela como para el hogar.
Tanto a padres como a maestros y cuidadores se les debe dar información detallada sobre el TDAH, aclarando los mitos que puedan mantener en torno a este trastorno.
Los programas de entrenamiento conductual deben ser congruentes y específicos, además de ser respetados en todos los contextos donde se aplicará para obtener resultados favorables.
El psicólogo tratante establecerá las condiciones del programa y cómo manejar las diferentes situaciones que puedan presentarse.
El apego a estas instrucciones garantizará que el tratamiento pueda resultar realmente beneficioso tanto para el niño como los miembros del hogar.
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